Lo que empezó como una caída y una visita a la sala de emergencias para James Gafford, de 74 años, se convirtió en casi tres semanas de hospitalización y ocho de rehabilitación cuando su equipo médico le diagnosticó insuficiencia renal. Cuando lo dieron de alta, se puso nervioso. La diálisis era nueva para él. No tenía a nadie que le ayudara en casa. Estaba descalzo y tenía hambre, mucha hambre, pero no tenía dinero para comprar comida.
Todo parecía muy abrumador.
El hombre lloraba mientras hablaba por teléfono con su médico de atención primaria, el Dr. Shailendra Chavda de la clínica USMD Las Colinas en Dallas. El Dr. Chavda sabía que James necesitaba ayuda inmediata. James podía acudir a sus tratamientos de diálisis cuatro veces por semana, pero necesitaba cuidados de apoyo. Y, sobre todo, necesitaba comer.
Ese mismo día, el personal de la clínica se puso en contacto con James. “Intentamos comunicarnos con él varias veces, pero no contestaba su teléfono”, dijo la enfermera de práctica avanzada, Megan Freeman. “Por fin logramos hablar con él y nos dijo que no había comido desde el día anterior, así que estaba tratando de dormir para no pasar hambre”.
Mientras James sufría dolores de hambre, el personal de la clínica sufría dolores de empatía. La asociada médica Azucena Jiménez y la enfermera de práctica avanzada Freeman sabían que tenían que hacer algo. Azucena decidió detenerse de camino a casa en el supermercado local. Con su propio dinero compró suficiente comida para llenar bolsas y bolsas de alimentos muy necesarios y apreciados.
“Se puso tan contento y agradecido cuando vio la comida”, comentó Azucena. “Su cara se iluminó especialmente cuando vio los plátanos”. Me dijo “¿Cómo supo que me encantan los plátanos?” “Me impactó mucho lo agradecido que estaba de tener algo tan esencial – comida”.
La gratitud de James es evidente cuando habla sobre su experiencia. “Me impresionó mucho cuando apareció frente a mi puerta. Es muy agradable saber que alguien se preocupa”, dijo James. “Me trajo un montón de comida, y hasta me la guardó”.
Azucena no ve su acto de bondad como algo especial. “Iba de camino a casa, así que pensé, ¿por qué no paro en la tienda y le llevo algo de comida?” El Dr. Chavda diría que es mucho más que eso.
“Este equipo es extraordinario. Se preocupan por los pacientes y tienen compasión como nunca había visto. Es una cultura increíble”, añadió.
El equipo es realmente extraordinario. La enfermera de práctica avanzada Freeman le llevó comida caliente esa noche y se encargó de que James recibiera zapatos nuevos por cortesía de la Fundación Caritativa de WellMed. Desde entonces, ha recibido otro par de zapatos nuevo. La Fundación Caritativa de WellMed se encargó de que James recibiera almuerzos gratuitos durante tres meses. El equipo de atención paliativa hizo lugar en su apretada agenda para que James fuera atendido al día siguiente del alta.
James dice que ahora se siente “bastante bien”, y lo atribuye al personal de la clínica. “La clínica tiene muchos enfermeros muy buenos. Hacen cosas por mí sin tener que hacerlas”, dijo James. “Son buenas personas, y creo que les caigo bien, así que se toman su tiempo conmigo”.
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