El equipo de reanimación, de izquierda a derecha: el enfermero de práctica avanzada, Rodolfo Fuentes; el asistente médico, Marco Reyes; el Dr. Mohammadullah Faiz; la asistente médica, María Rojas; la asistente médica María Garza, la Dra. Marissa Charles, Osteópata; la asistente médica, Debbie Herrera; la asistente médica Anna Camero; la auxiliar de enfermería, Amber Bates; el Dr. José López; el asistente médico, David Espinoza (coordinador de la clínica)
La fiesta de cumpleaños mensual estaba en pleno apogeo en el comedor del centro para adultos mayores Doris Griffin, cuando la supervisora del centro, Peaches Hall recibió una llamada de emergencia. Corrió al comedor y encontró a Juan Uribe inconsciente con los ojos en blanco. Sufría un paro cardíaco.
Inmediatamente corrió a la clínica WellMed at Ingram Park de al lado para pedir ayuda. Todos los empleados de la clínica llevan un silbato atado a su tarjeta de identificación, y lo usan cuando necesitan ayuda urgente. Cuando Peaches llegó a la recepción, empezaron a sonar los silbatos. Eso alertó inmediatamente al personal de la clínica.
“Cuando oyes sonar un silbato, corres porque nunca sabes lo que está pasando”, dijo la Dra. Marissa Charles, médica de atención primaria de la clínica de Ingram. “Supimos que se trataba de algo grave por la expresión de la cara de Peaches”.
Mientras Peaches corría de regreso al comedor, el personal de la clínica ya le pisaba los talones, cada persona con el equipo en la mano y lista para ayudar. Desalojaron el comedor y pusieron manos a la obra.
“Fueron milagrosos”, afirmó Peaches. “Bajo la dirección del Dr. Mohammadullah Faiz, la Dra. Charles y el enfermero de práctica avanzada Rodolfo Fuentes, empezaron a actuar de inmediato. Estaban por todas partes y todos sabían lo que tenían que hacer.
La Dra. Charles describió el caos organizado que reinaba en el comedor. “El Sr. Uribe estaba desplomado hacia delante en una silla. Tenía un aspecto cenizo y estaba inconsciente. Se veía muy mal”, agregó. “Algunas personas retiraron las mesas, otras condujeron a los curiosos al vestíbulo y pusimos al Sr. Uribe en el suelo”.
La Dra. Charles y el Dr. Faiz le administraron inmediatamente la reanimación cardiopulmonar y pusieron en marcha el desfibrilador externo automático. El desfibrilador aplicó una descarga y el equipo continuó con la reanimación cardiopulmonar hasta que llegó el personal de los servicios de emergencia. Milagrosamente, el Sr. Uribe recobró el conocimiento.
Mientras el personal de la clínica hacía su trabajo, los miembros del centro para adultos mayores rezaba en el vestíbulo. “Estoy muy orgulloso de trabajar en WellMed. Cuando sucede algo como esto, me quedo asombrado. Nadie le preguntó si era paciente de WellMed. Era una persona que necesitaba ayuda”.
“Había un poder espiritual asombroso y la coreografía era maravillosa, como si la clínica hiciera esto todos los días. Los servicios de emergencia también fueron excelentes, pero tardaron en llegar”, comentó Peaches. “Sin el personal de la clínica, no creo que el resultado hubiera sido el mismo”.
La Dra. Charles está de acuerdo. “Estoy tan orgullosa de mi equipo. Cada integrante del equipo sabía exactamente lo que tenía que hacer. Trabajamos como una sola unidad. No se nos presentan con frecuencia situaciones como esta, y esto nos ha animado y motivado para mantener nuestras habilidades al día, sabiendo que algún día podríamos necesitarlas”, agregó.
Después de varios días en el hospital, el Sr. Uribe fue dado de alta y pudo volver a casa. Peaches se mantuvo en contacto con Juan Uribe, el hijo del Sr. Uribe, todos los días para saber cómo evolucionaba. “Estoy muy agradecido con todos los que me ayudaron a salvar a mi padre”, dijo Juan. Se movieron muy rápido y eso fue decisivo. Y después de eso me llamaban todos los días – los médicos, los enfermeros, Peaches – para ver cómo estaba y si necesitaba algo. Fue verdaderamente increíble y estoy muy agradecido”.
Para el 28 de agosto, el Sr. Uribe ya estaba lo suficientemente bien como para visitar la clínica y al personal del centro para adultos mayores.
“Todos estábamos encantados de verlo tan bien”, afirmó Peaches.
Peaches, la única directora del centro desde su apertura hace nueve años, habla con gran orgullo del centro y de sus miembros. “Aquí viene mucha gente en busca de un poco de amistad, comida y ejercicio. Es una medicina que les mantiene sanos”, agregó. “Es una comunidad muy solidaria y compasiva. Son amigos que se conocieron aquí y se han encariñado”. Amigos de verdad.
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